Acabo de levantarme y tengo una extraña sensación, algo me incomoda, desconozco el origen, no recuerdo haber estado contigo anoche y ni tener una cita para hoy.
Me haces sentir realmente mal, incluso la visión se me torna nublada, no logro saber de donde procede tal amargor, estoy empezando a obsesionarme con mi estado de indefensión.
Estás presente en mi vida desde hace mucho tiempo, el recuerdo se pierde si logro fijar una fecha, es algo que acepto con naturalidad pero hoy no puedo, no puedo seguir así, he de desmadejar mi espiral de dolor.
Quiero que sigas junto a mí, pero no de este modo, yo que adoro el equilibrio indoloro me has hecho cuestionarme todo, te has situado en el centro de mi mañana y no te lo voy a permitir, quiero vivir sin tí, ser autónomo para decidir mis pasos, no que seas tú quien los mediatice, es tanto el dolor que me inflinjes que ya me supera la cordura, voy a explotar de impotencia, no aguanto más, no te aguanto más.
Ahora debo tomar yo el control de mí mismo, tu turno se acabó, hasta aquí te dejé llegar.
Voy al cuarto de baño decidido a poner fin a este horror, tú horror. Mi mano firme se aproxima a mi cuerpo, a este cuerpo que hoy dejará de doblegarse ante tí, de un certero movimiento acabaré con mi sufrimiento. El cincel realiza su cometido con precisión quirúrgica, sin dudas, sin temblores, sin resentimiento ni culpabilidad. Me queda el vacío de tu desprendimiento, de tu extirpación pero la infinita sensación de placer sereno al saberme ya sin tí.
¡ Maldita pestaña !.
Who.