- Siempre estás en contra mía, jamás me das la razón, me atacas por todo lo que digo y hago.
- No es cierto, si no estoy de acuerdo, lo digo. Quizás prefieras una mentira, pero lo siento, yo no soy así.
- ¡ Respétame, soy tu madre !.
- ¡ Respétame, soy tu hijo !.
- Yo que siempre te he dado todo y me lo pagas así, nunca te ha faltado de nada.
- Lo que yo necesitaba, nunca lo tuve, o al menos así lo sentí y lo siento aún hoy en día.
- Buenos colegios, ropa cara, viajes, universidad, caprichos, ¿ de qué te quejas coño?.
- Insisto, lo que necesitaba y demandaba no sentí recibirlo.
- ¡ Dime, dime qué es eso que necesitabas y no tenías !.
- No entiendes nada, no me entiendes y lo más triste es que tampoco me conoces, todo lo que me disteis, lo material, me hizo la vida más agradable y me dio la oportunidad de conocer muchos aspectos de la vida, saber que era un privilegiado al que le daban más de lo que necesitaba para vivir, casi un malcriado.
Quizás entendías que esa era tu obligación como madre, darlo todo, pero ya ves, paradojas de la vida, no lo dabas todo, me negabas sistemáticamente el respeto a mi individualidad, a mi manera de pensar, de sentir, a mi sensibilidad personal, a mis múltiples facetas intelectuales. Siempre me considerabas un tipo a contracorriente, un inadaptado social, mis argumentaciones no coincidentes con las tuyas las tomabas como ataques personales, nada más lejos de mi ánimo, discrepar no es sinónimo de agresión.
En resumen, no me sentí querido o dejé de sentirlo cuando tuve la suficiente capacidad de analizar tu falta de capacidad y tus valores absolutistas y radicales carentes de empatía, ni siquiera de tolerancia hacia un hijo, ya no digo persona. Pero si algo he de agradecerte, es el haberme hecho muy fuerte ante la estupidez humana y sus actos contrarios a lógica alguna y, ¿ sabes algo ?, hoy en día soy una persona sensata, llena de amor hacia los demás, de respeto hacia lo distinto, con nula capacidad de agresión gratuita y un hedonista nato, enamorado de su mujer, totalmente entregado a mis hijos a los cuales les tengo una lealtad y amor infinito, y unos amigos y familia política que me acogió como un hijo más.
Por todo ello, te digo que a pesar de tí, SOY FELIZ.
- Eres un mal hijo y un desagradecido, si tu padre te escuchara no te permitiría que me dijeras estas atrocidades.
- Mi padre vive en mí y te puedo asegurar que está muy orgulloso de mí ya que soy un fiel reflejo de su inmensa humanidad y generosidad.
Debo irme, mi familia y la vida real me espera, buenas tardes.
Who.